martes, 4 de julio de 2023

LA NATURALEZA DE HOMBRE Y LA NATURALEZA DE JESÚS

En el texto del mes de julio del 2023 de la saga "El segundo año de los relatos de amor" es para motivar el sentirnos fortalecidos por Dios pues Jesús ha vencido al mundo.

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Dana, la historia completa

Ahora les dejamos el relato completo.

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LA NATURALEZA DE HOMBRE Y LA NATURALEZA DE JESÚS

En el inicio de los tiempos, era el sexto día cuando Dios creó al hombre. Al terminar dicho día se admiró de su creación y tuvo a bien descansar. Al empezar el día séptimo Dios bendijo dicho día y lo apartó para que todos lo adoraran. 

A veces no reparamos en los detalles de cómo es que Dios creó al hombre es por eso que queremos dar a conocer detalles que pudimos dejar pasar por tener nuestra atención en conocimientos humanos que nos distraen en no reparar en los motivos que puso Dios al hombre para que tengan una vida de plenitud.

Aunque pareciese ser una realidad no acorde a nuestros tiempos pues muchas cosas se han probado científicamente y pensamos que esos conocimientos nos alejan de Dios cuando por mucho que cueste creerlo muchos de esos conocimientos no hacen más que comprobar nuestra fe en Dios.

La fe no se contrapone con los avances científicos de nuestros tiempos y son a bien estos adelantos los que nos reafirmará en nuestra convicción de estar conducirnos en el camino que nos ha trazado Jesús.

Entonces veamos las santas escrituras que nos revelan el propósito original de Dios para nosotros los hombres.

Génesis 2, 7

Entonces Dios tomó un poco de polvo, y con ese polvo formó al hombre. Luego sopló en su nariz, y con su propio aliento le dio vida. Así fue como el hombre comenzó a vivir.

Dios tomó un poco de polvo para crear al hombre, es la forma en que Dios dispuso de materia para formar al hombre, sin embargo, la materia no le daba la vida sino el soplo en su nariz con su propio aliento que es el espíritu similar al de Él el que realmente lo hizo vivir.

Y la bendición del hombre a manera de propósito fue.

Génesis 1, 27 – 28

Fue así como Dios creó

al ser humano

tal y como es Dios.

Lo creó a su semejanza.

Creó al hombre y a la mujer,

y les dio esta bendición:

«Quiero que se reproduzcan,

quiero que se multipliquen,

quiero que llenen la tierra

y la pongan bajo su dominio.

Que dominen a los peces del mar

y a las aves del cielo,

y a todos los seres vivos

que se arrastran por el suelo».

Dios nombra a los peces, a las aves y a los animales que se arrastran y bien sabemos que la serpiente que tentó a Eva se arrastra por el suelo.

Posteriormente explicará que, de una de las costillas del primer hombre, crea a la mujer; cuando ellos habían sido creados la sagrada escritura explica lo siguiente.

Génesis 2, 4 – 6 

Ésta es la historia de cuando Dios creó el cielo y la tierra. En ese tiempo aún no había árboles ni plantas en el campo, porque Dios todavía no había hecho que lloviera, ni había nadie que cultivara la tierra. Del suelo salía una especie de vapor, y eso era lo que mantenía húmeda la tierra.

Para Dios era necesario poner al hombre cultivar la tierra, también dispuso a la mujer para que el hombre no esté solo y para que fuera su ayuda.

No obstante, más adelante el hombre y la mujer fueron echados del paraíso tras pecar, tentada la mujer por la serpiente y el hombre pecar al hacer caso a su esposa. Dios los sacó del paraíso para llevarlos ponerlos en tierras fuera de allí.

Sin embargo, Dios nunca se nos fue de nuestra presencia, su gracia siempre se fue manifestando a los hombres pese a tener la condición de pecado. Sus designios se preservarían en ellos y en la descendencia de los hombres.

Adán y Eva tuvieron hijos y la tierra empezó a poblarse con la descendencia del hombre y de la mujer.

Con la presencia del pecado siguieron viéndose situaciones donde el hombre se aparta de Dios, seguimos apartándonos de sus caminos.

En el huerto del edén existía también el árbol de la vida, se indica el árbol de la vida y no el árbol de la vida eterna porque no estaba en los designios de Dios la muerte y la muerte nos llegó tras comer, nuestros primeros padres, del árbol de la ciencia del bien y del mal, este hecho fue por la intervención del diablo enmarcada en la serpiente.

Recordemos cómo es que la serpiente homicida desde el principio tentó a Eva.

Génesis 3, 2 – 5

La mujer le contestó:

—¡Sí podemos comer de cualquier árbol del jardín! Lo que Dios nos dijo fue: “En medio del jardín hay un árbol, que no deben ni tocarlo. Tampoco vayan a comer de su fruto, pues si lo hacen morirán”.

Pero la serpiente insistió:

—Eso es mentira. No morirán. Dios bien sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, serán iguales a Dios y podrán conocer el bien y el mal.


La serpiente contradijo a Dios al mencionar “No morirán” la serpiente mintió al decir que no morirían, pues desde aquel momento fue como Dios lo había mencionado, llegó la muerte a los hombres.

Hoy la muerte ha creado terror y caos, ha hecho presa de los seres humanos.

Es por eso que Dios se refiere a la serpiente como “homicida desde el principio y padre de la mentira”. 

Sin embargo, notemos que la astuta serpiente mencionó “cuando ustedes coman del fruto… serán iguales a Dios…” era muy astuta la más astuta de los animales del campo y como Dios mencionó, creó al hombre para dominar a todos los animales, aves, mamíferos y bestias y también a los animales que se arrastran. La mujer y el hombre no pudieron dominar a este animal que se arrastra, la serpiente.

Veamos cómo se refirió Dios al enviar a Adán y Eva fuera del paraíso.

Génesis 3, 22b – 23 

«Ahora el hombre y la mujer son como uno de nosotros, pues conocen el bien y el mal. Si llegaran a comer algún fruto del árbol de la vida, podrían vivir para siempre». 

Hombre y mujer abrieron los ojos y fueron a ser en adelante como Dios conociendo el bien y el mal. 

Esta es la razón para llevarlos fuera del paraíso. No obstante, seguirían con la misma bendición de procrear y fructificar para poblar la tierra, pero llevando el peso del pecado a cuestas generación tras generación.

Reconocemos entonces que somos como Dios en buena medida, pero esta no era la forma de llegar al conocimiento. Tenía que llegar tras comer el fruto del árbol de la vida. Lo que ocurrió con el hombre no era de su voluntad es por eso que la muerte no tenía que sobrevenir para el hombre, no era el propósito original. 

La sentencia tras el pecado de Adán y Eva fue.

Génesis 3, 17 – 18 

Al hombre le dijo:

«Ahora por tu culpa

la tierra estará bajo maldición,

pues le hiciste caso a tu esposa

y comiste del árbol

del que te prohibí comer.

Por eso, mientras tengas vida,

te costará mucho trabajo

obtener de la tierra tu alimento.

Sólo te dará espinos que te hieran,

y la hierba del campo será tu alimento.

Dios había dispuesto la hierba del campo solo para ser el alimento de los animales pues el hombre y la mujer dispondrían de los frutos de los árboles y de las semillas en el huerto denominado el edén, pero ahora está mencionando, tras la salida del hombre de dicho lugar, ser el alimento de ellos también.

Percatémonos cómo había mencionado antes.

Génesis 1, 29b – 30

Les dijo Dios:

«Hoy les entrego a ustedes

toda planta que da semilla

y todo árbol que da fruto.

Todo esto les servirá de alimento.

Pero la hierba verde

será para todos los animales».

El pecado no solo contaminó al hombre pues toda la creación también sufre las consecuencias del pecado. 

El pecado sigue apartándonos de Dios al dejar de lado esta parte en nuestro ser que puede dotarnos del espíritu necesario para seguir adelante con el propósito original de Dios. La tierra que cultivamos con mucho esfuerzo para que nos brinde la seguridad y sustento no nos la volverá a dar. 

Dios fue claro en eso, el hombre debe buscar en su interior aquel espíritu enmarcado con el propósito de Dios para que guíe nuestro camino. Jesús vino y nos ha mostrado el camino pues el mismo es.

Juntamos las riquezas de forma desproporcionada pensando que de allí proviene el sustento cuando debiéramos entender que el sustento viene de conservar en nosotros el propósito original de Dios dada en los evangelios.

Ahora son los frutos de la tierra las que tienen bajo el dominio al hombre; más adelante Jesús mencionará.

Juan 15, 18 – 19

Los que se interesan sólo por las cosas de este mundo los odian a ustedes, pero recuerden que primero me odiaron a mí. Ellos los amarían a ustedes, si ustedes fueran como ellos. Pero ustedes ya no son así, porque yo los elegí para que no sean como ellos. Por eso ellos los odian a ustedes.

Ahora es enteramente el Dios quien provee de lo necesario al justo.

Salmos 34, 19

Los que son de Dios

podrán tener muchos problemas,

pero él los ayuda a vencerlos.

Las personas que se preocupan solo de esta naturaleza predominante la naturaleza terrenal son llamadas personas del mundo. Entonces, Jesús menciona.

Juan 16, 33

Les digo estas cosas para que estén unidos a mí y así sean felices de verdad. Pero tengan valor: yo he vencido a los poderes que gobiernan este mundo.

Los frutos del mundo agobian a todos por tener o poseer, placer y poder son estos frutos materiales que nos agitan y agobian nuestro corazón y no debiera ser en ningún sentido así. 

No debe llenarnos el pensamiento con estas cosas que el pecado las ha llevado a ser erigidas como que de allí proviene la vida.

En el siguiente fragmento bíblico veremos como la tierra que está momentáneamente bajo el dominio del diablo sigue haciendo estragos en la creación y el hombre es la creación de Dios.

Génesis 4, 10 – 12 

Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Maldito serás, y la tierra que cultives no te producirá nada, pues has matado a tu hermano y esa misma tierra se bebió su sangre. Por eso andarás por la tierra como un vagabundo, que no tiene donde vivir.

La tierra está bajo el dominio del príncipe de las tinieblas, satanás, y desde la tierra acusa a Caín de haber matado a Abel. El primer crimen de la tierra fue entre hermanos con el diablo dominándolo como un león hace su presa pues no supo dominar su desdicha cuando Dios vio su ofrenda con desagrado y la de su hermano, con agrado.

La tierra se contamina con la sangre de los justos, de los profetas y de los discípulos que Dios envía. Su sangre derramada es tragada por la tierra sin tener que tener que llegar allí.

En toda la historia del pueblo elegido por Dios, la tierra, se llenó de la sangre de estas personas enviadas por Dios hasta que Jesús venció al mundo con su sangre derramada en la cruz para la salvación de los hombres y nosotros morimos a esta naturaleza en el bautismo pues es el inicio a una naturaleza divina en donde se tiene el firme propósito de no volver a pecar 

Juan 19, 34 – 37 

Sin embargo, uno de los soldados atravesó con una lanza el costado de Jesús, y enseguida salió sangre y agua.

Su sangre es para el perdón de nuestros pecados y el agua es para dar vida en el bautismo que renace el hombre a una vida más justa.

Zacarías 13, 1

“En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, por el pecado y por la impureza”.

La justicia de Dios y su gracia nos coloca con la misma capacidad, como ya lo hizo Jesús, de vencer al pecado porque precisamente con su muerte en donde se derramó su sangre fue en perdón de nuestros pecados, pero también tuvo agua que es la vida limpia de pecado a través del bautizo.

Salmos 36, 9

Sólo en ti se encuentra

la fuente de la vida,

y sólo en tu presencia

podemos ver la luz.

La sangre caída de Jesús no pudo ser tragada por la tierra, por eso al tercer día resucitó y esta naturaleza divina que proviene de Él nos es dada para quienes seguimos sus palabras y sus enseñanzas.

Génesis 3, 14 – 15 

Entonces Dios le dijo a la serpiente:

«Por esto que has hecho,

maldita seas,

más que todo animal doméstico;

¡más que todo animal salvaje!

Mientras tengas vida,

te arrastrarás sobre tu vientre

y comerás el polvo de la tierra.

Haré que tú y la mujer,

sean enemigas;

pondré enemistad

entre sus descendientes y los tuyos.

Un hijo suyo te aplastará la cabeza,

y tú le morderás el talón».

La serpiente que come el polvo es satanás que se alimenta de la naturaleza terrenal del hombre, de nuestros cuerpos materiales. Se arrastra sobre su vientre y si entendemos como el vientre la parte donde los nutrientes son procesados para darnos el sustento terrenal o material pues es la serpiente que tiene esta maldición de no poder contener al espíritu verdadero dador de vida, la serpiente es el engaño que quiere hacer presa de nosotros.

“Un hijo suyo te aplastará la cabeza” el hijo de la mujer que le aplastará la cabeza es Jesús y la mujer que será su enemiga y sus descendientes con los descendientes de la serpiente antigua que era, que no es y que será, es María madre nuestra.

El morder el talón es que le dará muerte, en la tierra, a Jesús, pero Jesús al herirla en la cabeza a la serpiente al final de los tiempos morirá en la condenación de su propia existencia.

Génesis 3, 19

Muy duro tendrás que trabajar

para conseguir tus alimentos.

Así será hasta el día en que mueras,

y vuelvas al polvo de la tierra,

del cual fuiste tomado.

Tú no eres más que polvo,

¡y al polvo tendrás que volver!

Es nuestra naturaleza terrena que poseemos tras el pecado, pero con Jesús nos es dada la naturaleza divina, la naturaleza espiritual.

Matero 10, 14 – 16. 12 – 15

Si en alguna casa o pueblo se niegan a recibirlos o escucharlos, salgan de ese lugar y sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo. Les aseguro que, en el día del juicio final, ese pueblo será más castigado que las ciudades de Sodoma y Gomorra. El trabajo que yo los envío a hacer es peligroso. Es como enviar ovejas a un lugar lleno de lobos. Por eso, sean listos y estén atentos como las serpientes, pero sean también humildes, como las palomas.

Juan 13, 4 – 10

Por eso, mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana, y comenzó a enjuagar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla.

Cuando le tocó el turno a Pedro, éste le dijo a Jesús:

—Señor, no creo que tú debas lavarme los pies.

Jesús le respondió:

—Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.

Pedro le dijo:

—¡Nunca dejaré que me laves los pies!

Jesús le contestó:

—Si no te lavo los pies, ya no podrás ser mi seguidor.

Simón Pedro dijo:

—¡Señor, entonces no me laves solamente los pies, sino lávame también las manos y la cabeza!

Jesús le dijo:

—El que está recién bañado está totalmente limpio, y no necesita lavarse más que los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

Después de lavarles los pies, Jesús se puso otra vez el manto y volvió a sentarse a la mesa. Les preguntó: ¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque soy Maestro y Señor. Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado el ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo.



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