lunes, 11 de septiembre de 2023

EL NEGOCIO DE LA RELIGIÓN

En el texto del mes de setiembre del 2023 de la saga "El segundo año de los relatos de amor que cambian vidas" muestra que la solidez de la fe en Dios no recae en la religión, ya que está enmarcada en Jesús con su vida de obediencia a Dios Padre. Si desea leer este relato aquí en nuestro blog lo puede hacer, pero también puede leerlo en nuestras otras plataformas. 
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EL NEGOCIO DE LA RELIGIÓN

Las enseñanzas de Jesús contrastadas con las enseñanzas impartidas por los hombres, siendo considerado, Jesús hombre verdadero, difieren en gran medida de todos quizás porque en gran medida iba acompañada de una vida de completa entrega a la voluntad de su Padre con un profundo servicio de obediencia.

Utilizó como todo hombre los recursos de que podía valerse, pero el verbo encarnado lo consiguió todo.

También es común encontrar diferencias entre uno y otro hombre incluso estar dando enseñanzas de lo mismo.

Cuando Jesús vino, en el pueblo elegido Israel, las enseñanzas eran impartidas por los doctores de la ley y la ley provenía de las sagradas escrituras.

Las enseñanzas de Jesús lograron darnos a conocer los misterios del camino que encierra una vida de conversión, de tener que alcanzar reino de los cielos y que Él mismo va a entregar su vida por amor.

La voluntad de Dios Padre era que debía morir a manos de los escribas, los maestros de la ley y los ancianos, todos ellos enmarcados en la religión.

Los gobiernos en el pueblo de Israel nacían de la autoridad de los doctores de la ley. Un rey o un monarca gobernaba bajo el amparo de sus interpretaciones; la nación se regía bajo las normas interpuestas por el séquito del rey o la corte que él tenía.

En la actualidad, como en aquellos tiempos había injusticia y corrupción, cuando Jesús vino dejó de lado esta parte tan inherente en el hombre pues sus enseñanzas son tomadas con toda autoridad.

Hubo profetas que dejaron enseñanzas como Jesús, todos encerraban los misterios de la revelación de Dios dada a los hombres.

Los profetas son enviados de Dios, por lo general antes de la llegada de Jesús, pertenecían al séquito o la corte del rey pues sus enseñanzas eran tomadas con sabiduría por el mismo rey y claro por la nación entera. En el pueblo elegido como en la actualidad el testimonio lo dan sus mismas acciones, éstas enmarcan con sus propias vidas.

Sin embargo, con Juan el Bautista y con Jesús sobrepasan todas las barreras del tiempo. Juan estaba llamado a ser la voz en el desierto, el mensajero que vino para preparar el camino del Señor. El pueblo elegido así lo notaba; Juan mismo se identificó así, trajo el bautismo para dejar atrás una vida de pecado y empezar una vida de conversión.

Podemos reconocer entonces que, toda la humanidad tras la venida de Juan el Bautista estaba preparado para la venida de Jesús.

Jesús hizo de su vida una obra en bien de toda la humanidad, pero no solo eso; también una vida en predilección de su Padre, Dios.

Jesús puede ser considerado como uno más de los que ya habían venido en toda la historia del pueblo elegido, pero con Él, todas las profecías, desde el inicio de los tiempos, se cumplieron.

En la actualidad, por lo general, no existe un rey; el gobernante por lo general es un presidente y tiene senadores o congresistas como, análogamente en el pasado, tenían su corte o el séquito del rey.

Los maestros de la ley judía llevaron a morir a Jesús, aún en aquellos tiempos no se puede considerar tener pleno conocimiento de conocer el evangelio tal como lo conocemos hoy.

Sin embargo, en la actualidad muchos de los que estuvieron en el tiempo de Jesús, están de igual modo en nuestros días, se desprende de la siguiente mención de Jesús.

“Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean al Hijo del hombre venir a reinar” y podemos decir si algunos están allí con Él en aquel entonces y lo verán reinar pues en la actualidad muchos de los que le dieron muerte también están.

Si lo vemos de ese modo se podría decir que hasta Simón Pedro fue a pecar pues había seguido de cerca a Jesús arrestado. Se equivocó negó conocerlo y por este hecho ¿Es igual de indigno como los maestros, escribas y doctores de la ley, así como los ancianos? Pues no, porque él supo caer en cuentas de la debilidad que encierra el saberse morir al querer dar testimonio de la verdad.

Pedro tampoco conocía aún toda la verdad plena que encierra los evangelios, pero tras su arrepentimiento pudo conocerla haciendo una vida en servicio tal como lo hizo su maestro y Señor, Jesús.

En la actualidad, siempre se hallará divergencias en torno a cómo llevar esta vida de predilección a los ojos de Dios.

La convivencia entre los hombres es muy difícil sin un maestro dirigiéndonos, es por eso que Jesús tras su regreso al cielo luego de resucitar, al cumplirse los 50 días de su partida, en pentecostés, nos envía a Espíritu Santo.

Entonces nos guiará en la verdad y de lo que habrá de venir al final de los tiempos.

Las enseñanzas de Dios no pueden ser abarcadas por el conocimiento humano, ni todos los hombres con todos los ángeles lograrían un poco del conocimiento de Dios. Lo que sí podemos lograr los hombres es gozar de ese basto conocimiento a través de las experiencias y obedecer lo revelado en las sagradas escrituras para poseer el consuelo que se expresa en el Espíritu Santo.

La biblia es que es leída por nosotros está leyéndonos a nosotros por su revelación y no mueve los corazones del alma más indolente.

Las sagradas escrituras son el conocimiento de Dios dado a los hombres porque Dios se ha dado a conocer por medio de los profetas y sus vidas al servicio de Dios que están plasmados en sus líneas.

Los hombres que estudian la Biblia logran converger en muchas de las enseñanzas de la biblia, pero no nos percatamos que toda la biblia nos habla de Jesús desde génesis hasta apocalipsis.

“Ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros”.

Sin embargo, siendo así. El basto conocimiento que allí se halla puede tener un significado para cada uno de nosotros, un significado distinto para cada hombre porque también las sagradas escrituras nos leen a cada uno de diferentes formas.

A Jesús no lo reconocían como el hijo de Dios y no pudo hacer muchos milagros en Nazareth, su lugar donde creció con su familia, José y María. Allí no pudo hacer muchos milagros.

Tener el linaje de Abraham no va a ser suficiente o ser descendientes de quienes cumplen con la religiosidad.

Tenemos que tener una mirada de lo alto para que nos muestre lo que tenemos qué hacer para regresar a su mirada de salvación pues solemos alejarnos y solo desde lo alto viene nuestro consuelo.

Si analizamos las escrituras podremos notar las maravillosas obras de Dios en los hombres.

O mirémoslo de este modo. Cuando Jesús menciona a aquel hijo menor que pide su herencia por adelantado y consiguiéndolo se marcha y la despilfarra.

Tuvo que alejarse para poder hacer eso, tuvo que marcharse pues quien podría hacer eso ante la mirada de su padre, de su hermano y de los que estaban cerca.

Su hermano mayor aquel otro hijo no hizo eso o no se vio en la necesidad de hacer eso porque seguramente cayó en cuentas que la fortuna estaba en los bienes que poseía su padre. Estando cerca de él estaba seguro de que la heredaría.

El hijo menor debe haberse llenado de desprecio por sí mismo y como todo aquel que ha obrado al ser presa de las miradas acusadoras decidió marcharse a un país extraño.

Cuando llegó a asolar la miseria en ese país y tuvo que volver cargando la vergüenza en sus hombros; tenía que decir la verdad para que lo recibiesen como uno de los trabajadores de su papá.

No pensó que al volver encontraría tal gozo en su padre, y el papá, reconociéndolo menciona que es su hijo que ha vuelto a la vida, no le quitó ningún derecho le devolvió la vida que había perdido por marcharse y le hizo una fiesta por encontrarlo sano.

La hambruna lo hizo pasar por una vida de miseria, cuando pudo hacer observación de sí mismo, hacer consciencia de sus actos entró en conocimiento de todo lo había perdido por los placeres que otorgan los bienes materiales.

Solo así pudo tener el coraje para volver y presentarse ante su padre.

Y eso es lo que nos está pidiendo nuestro Padre a través de su hijo Jesús. Estamos alejados de Dios porque nos hemos perdido en las banalidades de los placeres mundanos, todos mostramos nuestra naturaleza humana de pecado en diferentes circunstancias.

Que no la pongamos de manifiesto en las otras circunstancias que por bien o porque tenemos que mostrarnos sensatos no es lo mismo que lo seamos realmente.

La miseria y la desolación están presentes, no esperemos que se pongan más crueles las circunstancias.

Eso no lo notaremos si solo hacemos lo necesario para sobrevivir, tenemos que buscar salir de alguna forma; es de fuera que podremos notar lo que hemos perdido de la casa en que nos encontrábamos.

Por último, en otro pasaje se menciona a un siervo tras haber manejado de forma equivocada los bienes que su señor le había dejado para que administrara pues se había marchado lejos; pero que al regresar cae en cuentas de su mal actuar por lo que su señor decide despedirlo y le pide que le rinda cuentas y que entrega su cargo.

El siervo, se reconoce indigno y deberá alejarse pues entiende los motivos de su despido.

Aquel siervo, aunque se sabe sin fuerzas para labrar la tierra y no poder soportar la vergüenza de pedir limosna, reacciona y halla que una forma para ser considerado digno; y es rebajando la deuda de quienes le deben a su señor.

Estamos hallándonos nosotros mismos en estos pasajes, todos tenemos algo de esto mencionado, la biblia nos está leyendo de cuerpo entero.

La naturaleza humana es conforme a la voluntad de Dios.

Y esa naturaleza nos va a acompañar en todo instante, pero al reconocer haber obrado mal y haber pecado pues, oigámoslo bien, con la intensidad con que se pecó vienen las fuerzas en sentido opuesto o el coraje para volver a los caminos de Dios nuevamente.

Dios va a ser posible tener el privilegio de pertenecer a su casa nuevamente, va a dotarnos de la creatividad para reaccionar en el sentido correcto y regresar.

Al hacerlo por nosotros mismos estamos cargando parte del compromiso de Dios para con nosotros sus hijos y el vínculo que nos unía desde siempre estrechamente ahora con más fuerza y plenitud.

Nunca Dios deja de amarnos ni cuando pecamos de formas horrendas.

Al reconocer nuestros actos equivocados Dios Padre que está inmerso en nosotros pues nos puso algo de lo suyo para vivir plenamente en la creación Él mismo en Espíritu hace posible esa reacción correcta en la dirección de regreso.

Acude a nosotros estemos donde estemos, así nosotros mismos nos hayamos marchado, así nosotros mismos vendamos parte de los bienes a otros hombres para ganar amigos a la hora de estar fuera.

Es necesario que vivamos la lucha contra nuestra naturaleza de pecado; es parte del trabajo que debemos llevar o cargar. Dios nos colocará las personas correctas, así como las situaciones, los instrumentos necesarios para vencer y perdurar en su amor.

Nos envió a su Hijo único es por eso que se nos renuevan las fuerzas en la vida dada en sacrificio de Jesús. Podemos pedir, nosotros, algo más para vencer naturaleza humana que cargamos, pero que renacimos o nacimos de nuevo al bautizarnos. 

Antes pudimos mostrarnos, orgullosos, soberbios, y con ideas equivocadas como que no necesitamos de Dios, pero esto solo lo pudimos notar cuando caemos en cuenta de habernos alejado. Y no, no es que sea el hecho de alejarnos algo bueno; sino que podemos tener una dimensión espiritual de reconocer que nuestra naturaleza humana que nos acompaña es una carga la cual no nos debe gobernar es el espíritu que nos debe gobernar.

Mientras más nos alejamos, las fuerzas de Dios se intensificarán para volver hacia Él.

Jesús dijo esto al respecto de Juan el bautista. “Les digo que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él”.

Quitémonos la vergüenza del pecado; que ésta no nos impida o nos conmine a continuar así. Podemos recomponernos, o Él ya nos recompuso, restableció nuestros derechos tal como si no hubiésemos caído antes.

En el último texto que se cita de aquel mal administrador, alégrense cuando utilicen las posesiones mal habidas en beneficio de sus amigos o en quienes quieran sentirlos cerca. Jesús se alegró porque aquel administrador apartado de Dios mostró creatividad para salir del hoyo en que se hallaba.

Está diciéndonos que el pecado que mora en nosotros se manifiesta de alguna forma; y son inevitables sus consecuencias, pero eso solo nos hace en tener más necesidad de Dios.

La gracia de Dios también se manifestará para devolvernos la paz pues su amor es capaz de romper las barreras en que nos tenía atadas la muerte, volverá el bienestar y la vida plena solo se halla en Dios.

Jesús su hijo único nos la da porque su Padre Dios así lo ha querido.

Aunque no podamos ver a Dios somos capaces de corresponder a su amor mostrándolo y correspondiendo a nuestros hermanos y a todos a quienes nos lo pidan y lo requieran.

Entonces daremos testimonio transformador de la obra de Dios en nosotros.

Muchos piensan que la obra de Dios se da solo si asistimos religiosamente a misa o escuchamos a nuestros hermanos que dirigen nuestras reuniones en el grupo de oración, en las asambleas de culto en que nos reunimos, pero con lo mencionado por Jesús notamos que en los más alejados son los que más cobra fuerza el amor de Dios.

Y porqué suele ocurrir esto si quienes tienen disciplina para asistir a misa, para reunirse en grupo para compartir la palabra de Dios, quienes suelen tener asambleas semanales de culto. Por qué en los religiosos no suele actuar el amor de Dios como sí en aquellos que no suelen hacer esto.

En realidad, en todos actúa Dios, pero quienes suelen hacer cosas fuera de las rutinas enmarcadas en la religión se sienten más desprotegidos o se sienten más pecadores. Y no es así, Jesús claramente mencionó “Si piensan que aquellos dieciocho que murieron aplastados cuando cayó aquella torre de Siloé porque pensaron ser más pecadores que ustedes, les digo no. Les digo que si ustedes no vuelven nuevamente la mirada a Dios morirán también”. 

Nadie es más pecador que otro todos estamos contaminados del pecado, entonces actúa más en aquellos quienes se reconocen así sobre los que no pueden reconocerlo. 

Ellos si suelen lidiar con su naturaleza humana de pecado a la vista de todos. 

En contraparte los religiosos pueden mostrarse no tener problemas con lidiar con esa misma naturaleza.

Inoportunamente los muestran sin protección y les echan en cara que no suelen reunirse, ni estudiar la palabra de Dios y las obligaciones que ellos por diferentes circunstancias lo hacen.

La palabra de Dios es clara, es la luz ante en la oscuridad, muestra los deseos del corazón y los pone al descubierto.

Al mostrarse indolentes por las circunstancias que pasan como aquel rico que estando en el infierno reconoce a Lázaro siendo consolado en la casa de Abraham y cobrando razón de porqué Lázaro allá y él aquí, pide piedad por sus hermanos que gozan aún en vida de placer como él en la mansión donde vivía.

Aún mostrar piedad y amor por sus seres queridos no le fue suficiente para salir del fuego en que se hallaba. 

Es por eso, los que más alejados y perdidos se sienten, creen más y depositan su fe como no lo hacen los religiosos. Dios intensifica sus fuerzas en las flaquezas de los quebrantados.

Pensar estar más cerca de Dios es exaltarse a sí mismos, por eso Jesús mencionó quien se enaltece a sí mismo será humillado y quien se humille será enaltecido. El que quiere ser el primero entre ustedes tendrá que ser el servidor de todos.

Abramos los ojos y notaremos a Jesús fue entregado a morir por los religiosos. Murió a manos de quienes interpretaban las sagradas escrituras, en manos de quienes se pensaba estaban más cerca de Dios. Los que presiden las reuniones que interpretan la ley y de la presunta justicia, libertad y de la democracia que es la forma de gobierno hoy.

“Todos los metales de la estatua se hicieron polvo. Y enseguida vino un viento muy fuerte, y se llevó todo eso como si fuera paja. Nunca volvió a encontrarse nada de la estatua. Sin embargo, la piedra que golpeó la estatua llegó a ser una gran montaña. ¡Era tan grande que llenaba toda la tierra!”

Jesús claramente mostró el actuar de los religiosos y sus pecados fueron puestos al descubierto, pero incluso mostrarlos tal cual son ellos antes, perduran hasta la actualidad, no reconocen sus pecados es por eso que en todo tiempo están siendo puestos al descubierto.
 
Aquellos religiosos pudieron reconocer a Jesús como el hijo de Dios. Pero sus enseñanzas arraigadas en la potestad conferida en ellos mismos gracias al rey por pertenecer a su corte, les impidió antes y les impedirá ver a Dios y sus bondades ahora como aquel rico en el infierno.

Cuando Jesús estaba siendo entregado a morir dijeron “No tenemos otro rey, solo el césar”.

Confirieron su poder a poder humano, al rey, y no al poder divino de Dios. Se apacentaban a sí mismos y no al pueblo que confiaba en Jesús. Pidieron al rey opresor del pueblo judío para que les salvara la vida por la presumible rebelión que se formaría de seguir creciendo el número de sus seguidores. Si no nos percatamos del peligro de la religión hoy, moriremos como antes, en la actualidad.

La vida de conversión que nos enseñó Juan el Bautista y Jesús es nacer de nuevo y dejar la vida de pecado para nacer del amor de Dios, enmarcada en nacer del agua y del espíritu.

El tiempo en que los ciegos ven, los paralíticos andan y los muertos resucitan, ha llegado.

«Y decís: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas” Pero así quedáis implicados al declararos descendientes de los que asesinaron a los profetas. ¡Completad de una vez por todas lo que vuestros antepasados comenzaron!»

Y vemos que lo completaron entregándolo a morir.

Es por eso que en ellos no suele actuar el Espíritu de Dios y eso se ve manifestado cuando aquel hermano de aquel hijo menor que despilfarró la herencia adelantada que le había dado su padre al llegar sano; el hermano mayor no quiso participar de la fiesta que había hecho su padre.

La fiesta en que le rogaba entrar su propio padre le significaba participar en el reino de los cielos.

Aquel hijo mayor, representa a los religiosos que no aceptan tener la naturaleza humana y de pecado por eso no creyeron en Jesús, tampoco a Juan el Bautista. Sí, aquel hijo mayor tenía claro que sus obras hechas al lado de su padre eran por él mismo no le confirió provenir de su padre, sino que adujo su obra ser inherente a él mismo, en su propio actuar.

No manifiesta que su autoridad proviene de su padre, ni que el poder de haber actuado bien fue gracias a estar en su casa. Le resta autoridad a su padre al recibir a su hermano menor de regreso y por renovarle todos los derechos a quien se reconoció pecador.

Y aquel padre ofrece en banquete sacrificando al ternero gordo, esto último, representa Dios Padre ofreciendo en sacrificio a su hijo único en salvación de quiénes en Él creen.

No consiguen lograr lo que Jesús.

Hizo recobrar la vista a los ciegos, no se hizo como su guía, sino que les restableció la vista para que por sí mismos vean el camino.

Hizo andar a los paralíticos, no les fue de apoyo en su caminar o les colocó muletas, les restableció las piernas para que por sí mismos caminen.

Curó a los leprosos, no fue a darles una vestimenta para que no vean la precariedad de su piel, recuperaron el esplendor de su apariencia.

Resucitó a los muertos; no les hizo sepulcros, ni monumentos para recordarlos luego de morir; los hizo volver a la vida para continuar por sí mismos su recorrido.

 “Y si yo echo fuera los demonios por satanás, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”.

El reconocer a Jesús en adelante nos hace ser hijos de Dios como Él nos los confirió por voluntad de su Padre.

Echa fuera nuestros temores más profundos, o nuestros recuerdos más traumáticos para sentirnos fortalecidos y perseverar sin desfallecer ahora y hasta nuestro último día en la tierra. 

Si hoy podemos hacerlo también podremos hacerlo en el último día.

El amor de Dios no está en la religión, está en Jesús. La religión es lo que nos hace mostrar el amor y la salvación que se nos entregó Dios Padre a través de su hijo único.

Toda autoridad fue dada a Jesús, los religiosos muestran lo que ellos no pueden conseguir; cuidémonos porque suelen llevar su herencia de pecado que llevan consigo para perdición de muchos.

Las enseñanzas de Jesús difieren de todos los hombres pues Dios Padre en su palabra manifiesta al Hijo, el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Desde la creación es autor como el Padre de nuestras vidas, sueños, anhelos de todo, todo esto se las confirió a Jesús por haber obedecido sus designios, este hecho no pudo hacerlo el primer hombre sobre la creación, Adán, que desobedeció.

Jesús el nuevo Adán renovó los designios originales de Dios en bien de todos los hombres.

“Cualquiera que caiga sobre la piedra que despreciaron los constructores, quedará hecho pedazos. Y si la piedra cae sobre alguien, lo dejará hecho polvo”.

La vida es un regalo, que necesariamente deben experimentarla a plenitud pues el espíritu de Dios nos da paz, gozo, y tantas cosas más para el bien común de todos.

Juan 5, 20 – 23 
Los enviados de Juan se acercaron, pues, a Jesús y le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si tú eres el que ha de venir, o si debemos esperar a otro.
En aquel mismo momento Jesús curó a muchas personas de sus enfermedades y sufrimientos, y de los espíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos. Luego les contestó:
—Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no pierda su fe en mí!

Portada del libro Dana



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