domingo, 8 de octubre de 2023

EL TERREMOTO DE DEJAR ATRÁS LA VIDA DE PECADO

 En el texto del mes de octubre del 2023 de la saga "El segundo año de los relatos de amor que cambian vidas" se muestra el poder desplegado por Dios Padre a través de su hijo por el bautismo que es la señal de morir nuestro cuerpo a la vida de pecado en que se encontraba.

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EL TERREMOTO DE DEJAR ATRÁS LA VIDA DE PECADO

Encontramos realmente paz en Dios o encontramos todavía dudas. Tenemos claro que la palabra de Dios está hecha para todo tiempo o pensamos que fue hecha en la antigüedad y para aquellos tiempos solamente. Sentimos cada vez más la tranquilidad que se adquiere con los avances tecnológicos y suelen dar esa sensación.

Las personas de antes creyeron e igualmente murieron, parece ya nada tener sentido y da igual en creer o no creer. Así que se suele pensar que todo eso es anticuado.

Quizás tenga interrogantes resueltas hoy y las resolverán también mañana, porque los problemas no se asemejan en nada a lo que se relata en la biblia, finalmente las respuestas a las dudas se resuelven en sesiones con especialistas, leyendo libros, adquiriendo conocimiento o teniendo ética porque eso se inculca en casa y en el lugar donde uno se desenvuelve.

Incluso solemos pensar que si hemos hecho algo grave y que supuso hacer mucho daño se debe quedar así porque resulta menos avasallador para sí mismos de intentar rectificar el camino.

El hombre tiene libertad o libre albedrío para resolver de la mejor forma las dudas, los inconvenientes, los problemas que le esboza la vida cotidiana, pero quizás luego de evaluar bien se suele creer que nunca significa estar logrando mejores cosas cuando se sigue a Dios y la vida es totalmente igual con Dios o sin Dios.

Solemos ver situaciones desesperanzadoras, la delincuencia ahora no solo se dan de forma física, se dan de forma virtual y tienen relevancia de hacer el mismo daño.

Los crímenes son cada vez con mayor ensañamiento, con el avance de la información llegan rápidamente a nuestros teléfonos celulares y a nuestras pantallas, aunque como siempre pueden servir para tomar recaudo; notamos que cada vez estamos más inmersos y cada vez suele pasar a personas más cercanas a nosotros y sin duda un día seremos presa de algo así.

«El séptimo ángel vació su copa sobre el aire, y desde el trono que está en el templo salió una fuerte voz que decía: “¡Ya está hecho! Y hubo relámpagos, voces, truenos y un gran terremoto, más terrible que todos los terremotos que han sacudido a la tierra desde que hay gente en ella. El terremoto partió en tres a la gran ciudad de Babilonia, y las ciudades de todo el mundo se derrumbaron. Dios no se olvidó de Babilonia, sino que la castigó terriblemente, con todo su enojo».

A lo largo de la historia de la humanidad se dan acontecimiento de forma secuencial a través de ciclos. En la antigüedad, así como en la actualidad. Aún en países con la más avanzada tecnología que previenen estos desastres han caído y seguirá dándose secuencialmente. No se pueden evitar las calamidades naturales porque cada vez son más intensas; también las calamidades las ocasiona el hombre con las guerras de similar impacto de destrucción.

Los ciclos son como los años de 365 días, en donde se repiten las estaciones en intervalos de 3 meses cada estación –primavera, verano, otoño e invierno–. La trayectoria de la tierra alrededor del sol tarda 365 días en llegar al mismo lugar en relación a la posición inicial respecto al sol.

Estos ciclos son de naturaleza terrenal y seguramente en todas las galaxias existen ciclos como aquí en la tierra porque un mismo Dios creó todo el universo. Aunque no haya vida tienen influencia sobre nosotros los seres humanos pues denotan la naturaleza corpórea y sentimental-emocional en cada hombre.

Es decir, estos ciclos están enclavados en el cerebro humano, permanecen dentro de nosotros queramos o no. Están en el genoma humano pues lo heredamos de nuestros padres. Venimos adheridos con este conocimiento.

La teoría de la evolución o de la selección natural nos dice que solo se mantendrá en vida quienes se adapten mejor a los cambios tanto en nuestro ámbito natural de nuestro ecosistema, de similar forma culturalmente y en todo pues sirven para adaptarnos mejor y más fácilmente al entorno en el cual nos desenvolveremos. Al igual que nosotros los papás de nuestros papás transmitieron este conocimiento y se seguirán transmitiendo a nuestros hijos hasta el fin de los tiempos.

Ese gran terremoto denota el fin de la naturaleza terrenal. En esta naturaleza se halla inmersa las raíces del pecado.

La naturaleza de nuestro cuerpo, así como mental –sentimental-emocional– el cual se halla enmarcado en génesis “Muy duro tendrás que trabajar para conseguir tus alimentos. Así será hasta el día en que mueras, y vuelvas al polvo de la tierra, del cual fuiste tomado. Tú no eres más que polvo, ¡y al polvo tendrás que volver!”.

Nuestra naturaleza de pecado se transmite de generación en generación e irremediablemente nos lleva a la muerte. Aunque ese polvo del cual nos sacó Dios no deja de tener inmensa belleza pues el cuerpo, los sentimientos-emociones del cual incluso sirve de inspiración no nos traerá algo realmente bueno.

El demonio tentó a la mujer para que adquiriera este conocimiento, al hacerle sentir necesidad de conocer el bien y el mal; le fue atrayente el comer el fruto prohibido porque la haría ser como Dios. Pero la serpiente mintió al decir “no morirás”.

Solo Dios puede romper este ciclo repetitivo de heredar este conocimiento que devinieron desde generaciones antiguas.

Dios lo creó todo, pero el demonio se envaneció e hizo de ellos su dominio en la tierra desvirtuando los designios originales de Dios Padre. Ese gran terremoto solo lo pasarán los hombres que se hayan dejado engañar por el demonio.

Las calamidades en el final de los tiempos confluyen en este gran terremoto y son para los hombres que no hayan reconvenido su camino de volver la mirada a Dios, al hijo sacrificado y al Santo Espíritu en que la humanidad encuentra consuelo dado a los hijos de Dios.

El gran terremoto, de las siete copas de la ira de Dios, devendrá en quienes solo sientan el deseo de continuar con esta naturaleza, al igual que el demonio luchó en el cielo porque su deseo gobierne y no la voluntad de su creador, Dios. Los frutos de este espíritu del mal que permaneció en los hijos u hombres solo llenos de este conocimiento engañoso caerán como él a lo más profundo.

La esencia de Dios es la verdad, el amor y la justicia y no se compara en algo con lo que se vive en este mundo.

Por eso en contraparte los hijos de Dios vivirán el terremoto, pero en un cuerpo revestido de la nueva naturaleza dada a los hombres a través de Jesús, de la naturaleza espiritual de gracia y vida.

Es en el Jesús crucificado que proviene ahora el terremoto para sus hijos.

Cuando Jesús murió un gran terremoto sucedió en aquella región. Al igual que aquellos hombres en el final de los tiempos a los hijos de Dios les deviene este terremoto dada a los hombres para acortar el tiempo y para que nadie se pierda. Dios acortó el tiempo en ellos para que se salven.

Al tener la naturaleza espiritual también morimos como aquellos hombres en el final de los tiempos, pero es la naturaleza espiritual que viene con gracia y esplendor por mediación de Jesús para resolver en seguir con este mismo cuerpo de ahora, pero en donde el sustento espiritual no nos falte.

Es suficiente el sustento espiritual en el hombre porque de allí brota la vida. Dios entregará todo lo demás por añadidura.

Muchos nos preguntamos cómo puede darse algo así ¿un terremoto descomunal para los hijos de Dios? y esto es porque básicamente nuestro conocimiento con el que nacimos, crecimos y nos desarrollamos no se nos va a desprender sino con una vasta energía sinigual proveniente del sacrificio de Jesús.

«Jesús lanzó otro fuerte grito, y murió. En aquel momento, la cortina del templo se partió en dos, de arriba abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron; las tumbas se abrieron, y muchos de los que confiaban en Dios y ya habían muerto, volvieron a vivir. Después de que Jesús resucitó, esas personas entraron en Jerusalén y mucha gente las vio. El oficial romano y los soldados que vigilaban a Jesús sintieron el terremoto y vieron todo lo que pasaba. Temblando de miedo dijeron: «¡Es verdad, este hombre era el Hijo de Dios!».

Lo escrito en las revelaciones del libro de apocalipsis expresan similitud con lo que sucede al morir Jesús crucificado. Y se remarca ahora para entender lo secuencialmente de esta naturaleza del hombre.

Jesús crucificado provoca también un gran temor pues no es fácil aceptar que el bienestar proviene del espíritu o la naturaleza del cual realmente proviene la vida y no, no del alimento de pan que se toma día a día, que tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros, si nos golpean una mejilla dar la oportunidad para que nos lastimen en la otra.

Cuando nos insulten y digan toda clase de mal sobre nosotros debemos alegrarnos pues así persiguieron a los profetas antes. Entonces este nuevo conocimiento de vida eterna nos reconquistará para dejar esta vida que a nada bueno conduce. Esta naturaleza se termina y muere de forma similar como muere Jesús, pero renace en una nueva.

Esta vida nueva en la tierra es la vida de conversión enmarcada en nacer del agua y del espíritu. El terremoto remecerá nuestros más hondos cimientos con que nos criaron nuestros padres, parientes o las personas de la tierra. Ahora nuestro Padre ya no serán ellos ni nadie humano será nuestro Dios Padre.

Cuando es de día, sentimos un ánimo diferente que cuando es noche. Cuando es verano solemos comportarnos diferente que cuando es invierno, cuando es temporada de lluvias las emociones difieren a cuando es temporada de heladas, de sol y sin lluvias.

No podemos romper estos ciclos y se dan por la influencia de los dos astros más cercanos a la tierra en mayor medida y de la inmensidad de estrellas del universo.

«Dios hizo las dos grandes luces: el sol, para que domine en el día, y la luna, para que domine en la noche. También hizo las estrellas», pero en la vida venidera estos astros serán reemplazados por la luz que ahora viene de Dios.

Las estrellas son ángeles y si uno ve la inmensa cantidad que son, es de percatarse que nunca se podrá develar totalmente los misterios que allí se encierra. Pero tratan de mostrarnos algo y algo comprendemos gracias a la ciencia y esa ciencia deviene del temor a Dios.

Lo ha creado Dios lo finiquitará Dios para el bien inclusive de aquello hombres del final de los tiempos. Para cuando eso esté transcurriendo los hijos de Dios estarán gobernando con Jesús en el reino de los mil años, en el reino de los cielos.

Porque Dios Padre no quiere que ninguno de los hombres se pierda.

El hijo del hombre vino para salvar lo que estaba perdido.

No vine por los justos sino por los pecadores.

El pastor viene por la puerta y conoce a sus ovejas cada una por su nombre.

¿Hay algo imposible para Dios?

Nada es imposible para Dios.

El diablo solo vino para engañar y mentir, es un asesino desde el principio.

Quien no viene por la puerta ladrón y salteador es.

El infierno fue creado para el demonio y sus ángeles.

Los que estaban invitados no eran dignos, entonces traigan a los cojos, a los mancos porque el banquete está preparado y esté lleno de invitados.

Cuando el hijo del hombre vuelva ¿hallará fe en este mundo?

Entonces envió a sus sirvientes y les dijo “vayan por las calles y traigan a buenos y malos”.

No hay profeta más grande que Juan, pero el más pequeño en el reino de los cielos es el más grande para Dios.

El pastor deja las 99 ovejas y va tras la oveja que se había perdido.

Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 que no lo requieren.

Los hijos de Dios se darán cuenta que el diablo está vencido.

Llegará el tiempo en que será pecado no creer en el hijo del hombre.

Encontrarán que soy inocente de todo lo que se me acusa.

Dios prometió una descendencia incontable como las estrellas del cielo a Abraham; la fe de este hombre le dio innumerables descendientes y el lucero será Jesús que alumbra a cada persona para que no se pierdan los que en él creen.

Dios no quiso que nadie se perdiera; vino por los pecadores y acaso ¿Hay algo imposible para Dios? No, no hay nada imposible para Dios. Incluso Dios puede sacar de debajo de las piedras descendientes de Abraham.

Dios hallará fe porque despliega más fuerzas por la oveja que se había perdido y la halla. Tras hallarla hay fiesta en el cielo pues Dios Padre y los ángeles se alegran por aquel pecador que se convirtió.

Traerá a buenos y malos pues al banquete de Dios se verá llena de invitados y la cena ya está preparada; en el banquete los invitados se asombrarán de cómo su Señor desenmascara al demonio.

Su Señor preguntó a uno de los invitados ¿amigo cómo has entrado a la fiesta sin estar revestido de la gracia de Dios? Entonces aquel invitado, el demonio que engaña y miente, será puesto al descubierto al no poder pronunciar palabra pues nadie que se sabe estar delante de Dios puede quedarse en pie.

Nuestro Señor mandará a sus ángeles que lo aten de manos y pies para que sea echado fuera.

Es innumerable la cantidad de estrellas que hay, su número es incontable. Dios le prometió a Abraham que su descendencia sería incontable como se denota el cielo lleno de estrellas y así de innumerables será la humanidad para llegar a vencer como Jesús a los engaños que están enraizados en nuestra naturaleza humana y que Él como humano las supo vencer por nosotros, nosotros lograremos aceptarlo.

Lo que Dios le está prometiendo a Abraham es que esa naturaleza que ahora deviene de Dios no parte de nada terrenal, su descendencia ahora con Jesús es ser hermanos en Cristo nuestro Señor porque todos antes que Él murieron.

«Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron. Cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron. Porque Juan el Bautista ayunaba, y ustedes decían que dentro de él había un demonio. Luego vine yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y ustedes dicen que soy un glotón y un borracho, que soy amigo de gente de mala fama y de los que no obedecen a Dios. Pero recuerden que la sabiduría de Dios se prueba por sus resultados». 

La vida verdadera no pasa por los adelantos tecnológicos o si creemos que en eso se halla una mejor forma de vivir pues se encontrará con un cúmulo de contradicciones, nada de verdad se va a topar allí, nada certero se halla en todo eso, la vida no pasa por tener posesiones, ni en el poder, o vivir placenteramente.

En todo, de prescindir de tener una vida fuera de estas comodidades dada por los adelantos puede servir; pero se debe de encontrar la misión puesta en nosotros los hijos de Dios a pesar de tener estos adelantos al servicio del hombre. Es un camino con muchas dificultades.

Lo que se está diciendo es que a pesar de tener todo aquello o prescindir de todos estos adelantos se debe de hallar la verdad inmersa en la vida plena que nos enmarca obedecer a Dios.

Existen similitudes al momento de morir Jesús, luego al resucitar Jesús con el relato de las revelaciones al final de los tiempos.

Cuando Jesús entregó el espíritu y murió, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. Es de notar que es similar cuando Jesús vio al demonio caer a la tierra como un rayo desde el cielo –no está en apocalipsis, pero lo dice Jesús enmarcado en el final de los tiempos–. Tiene sentido, entonces, ver al diablo utilizando lo acontecido en el cielo sirviendo para engañar a los hombres antes, en la actualidad y lo hará en el futuro.

Cuando el diablo se presenta a Jesús en el desierto habla palabras que pudieron confundir a Jesús; y las palabras que utiliza son bíblicas; mas Jesús pudo reconocerlo porque no provienen de un espíritu lleno de Dios.

En el libro del apocalipsis, un terremoto sacudió la tierra como nunca antes había pasado desde que el hombre estuvo sobre la tierra. Denota el terremoto en el final de los tiempos al final al vaciar la séptima copa de la ira de Dios y los hombres insultaron y ofendieron a Dios. Esto ya sucedió cuando Jesús murió pues al momento de expirar sacudió el terremoto que remeció la región rasgándose la cortina del santuario.

Lo que sucederá en el final de los tiempos es el diablo utilizando la forma de Jesús como el anticristo, el falso profeta y el dragón, que les da poder a ellos dos, para confundir a quienes no hayan pasado esto cuando se acepta a Jesús obrando en sus vidas.

Dios Padre envió a su hijo único a morir para la salvación de la humanidad, así que cuando Jesús muere los poderes del demonio simbolizados al rasgarse la cortina en dos y de arriba hacia abajo adquieren connotación cuando el demonio bajó del cielo a la tierra, pero Jesús al morir baja a lo profundo de la tierra, el infierno, para rescatar a los hombres con su sacrificio en el madero con los clavos que lo atravesaron para que su Padre le dé todo dominio en el universo.

También, al resucitar Jesús se produce un terremoto violento porque un ángel del Señor se acercó al sepulcro, quitó la piedra y su aspecto era como de relámpago. Es lo que realmente sucede en quienes encontramos vida en Dios revestido de la luz dado a los hombres.

Pues el demonio aparenta ser luz, pero se precipita en forma de rayo en las tinieblas o en la oscuridad.

El diablo tiene apariencia de luz porque en el inicio fue un ángel de luz. Sin embargo, quebrantado por la rebelión que ocasionó fue echado de allí pues no hubo más lugar para él en el cielo.

Existen libros que no fueron considerados en la biblia pero que narran lo que sucedió cuando Jesús murió, lo que pasó en aquellos tres días en el intervalo luego de expirar y morir en la cruz y la resurrección en la sepultura en que se encontraba.

Jesús es quien realmente descendió a la tierra como hombre, pero el diablo, el príncipe de este mundo quien está en los gobiernos y potestades, y que acusa, mata, miente y engaña prefiere mantener la idea de que no es así. Jesús claramente dijo en yo vi descender a satanás cuando caía del cielo como un rayo, es porque él ya estaba en la tierra.

El demonio está en fundamentos, ideologías, creencias, costumbres y todo eso son aseveraciones humanas. Es eso lo que nos mantiene en el miedo, por lo que significa la muerte aún. El pecado perdura aún en quienes no sienten el alivio del perdón de Dios a través de Jesús. Él nos liberó ya de todo eso porque se le ha dado toda autoridad sobre el hombre en la tierra y sobre todo el universo.

Al morir Jesús en la cruz, su espíritu, fue a liberar del encarcelamiento, en el hades, a las personas que antes de su venida hicieron la voluntad de Dios pero que era necesario que Jesús viniese con luz sobre las tinieblas para dotarlos de la salvación.

Cuando murió descendió al infierno, a donde las potestades del mal mantienen encarceladas a los santos y a los profetas de Dios, quienes antes de su venida creyeron y a todos los hombres que todavía permanecían allí.

Uno de los libros que no está en la biblia es el texto de Nicodemo, allí toca estos puntos referidos de Jesús luego de morir. Allí se relata que las puertas del infierno no pudieron detener la salvación que les trae Jesús.

El demonio y sus potestades del mal intentan impedir su ingreso, pero las puertas son derribadas estruendosamente. Los allí encarcelados desde dentro, al oír decir a Jesús que le abran, exclamaron, “abre al rey de la gloria, al hijo de David, al profetizado por Moisés y por Isaías”. Entonces, el diablo exclamó “¿Quién es el rey de la gloria?” y los ángeles contestaron al unísono “el Señor poderoso y vencedor”. Con esta respuesta las grandes puertas de bronce volaron en mil pedazos.

Satanás sabía que si Jesús entraba ellos estaban perdidos, llegaría la ruina para toda esta legión del mal. Cuando ya estaba dentro los demonios encontraron la humildad de un esclavo en Jesús, pero no podían hacer nada por detenerlo. Entonces los condena por los siglos de los siglos en lugar de Adán y en lugar de los hijos de Adán porque los considera justos.

Les habló a los encarcelados y condenados en esta prisión, les dijo que habían sido condenados por el pecado y por el diablo, pero ahora, ellos, verían a la muerte y al diablo condenados por el madero.

Los escritos de Nicodemo no están considerados en la biblia por ser un libro apócrifo. Allí se desarrolla el testimonio de Carino y Leusio dos hombres que habían muerto y fueron al infierno; luego estos dos hombres fueron devueltos a la vida gracias a Cristo. Los sacerdotes lo habían visto morir y ahora los encontraban vivos.

Los sacerdotes frente a ellos les preguntaron varias cosas. Entonces, ellos pidieron un momento para orar para darles a conocer según la voluntad de Dios. También escribieron en el instante que narraban el relato que les fue permitido escribirlo.

Ya volviendo a las sagradas escrituras. En la Biblia se relata que Jesús al resucitar fue a presentarse a María Magdalena cuando estaba en su sepulcro, al haberlo reconocido, Jesús no le permitió que lo tocase pues mencionó que todavía no había subido al Padre. Esto significa que Jesús al morir no fue al cielo, en espíritu, por eso tienen connotación el relato del libro de Nicodemo. No se está diciendo que sus escritos sean considerados en la biblia, se está tomando como una referencia a lo que dijeron estos dos testigos, Carino y Leusio, narrando los hechos de Jesús en el infierno para liberar a los encarcelados allí.

La verdad está en Cristo Jesús, el hombre debe liberarse de las cadenas de la muerte. La verdad no la podrán encontrar totalmente en los adelantos científicos y tecnológicos, tampoco en los gobiernos de ahora ni de ninguno que provenga de los hombres de hoy ni de mañana, tampoco en las riquezas o en algo material de naturaleza humana.

«Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Con Jesús sacrificado muere la vida de pecado pues se la ha llevado cargado en el madero. Así, desata dentro de nosotros el terremoto de vernos en los caminos correctos de Dios; remece toda nuestra estructura de antes que nada correcto es y desaparece en ese instante. Como es un despliegue inmenso de poder no solo arrecia sobre nosotros, también a todos lo que están cerca.

Ahora es Jesús en Espíritu enteramente obrando dentro de nosotros sustentando cada paso que demos.

El agua y del espíritu sirven para que lo anterior, aunque está aún, haga en nosotros continuar tomados de su mano y con nosotros nuestros hermanos apartados, ahora, de los caminos equivocados en que estábamos.

«Jesús también les dijo a sus discípulos: “Yo, el Hijo del hombre, voy a sufrir mucho. Los líderes del país, los sacerdotes principales y los maestros de la Ley me rechazarán y me matarán; pero tres días después resucitaré”. Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí: “Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando. Si alguno piensa que su vida es más importante que seguirme, entonces la perderá para siempre. Pero el que prefiera seguirme y elija morir por mí, ése se salvará. De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre. Si alguno se avergüenza de mí y de mis enseñanzas, entonces yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de esa persona cuando venga con todo mi poder, y con el poder de mi Padre y de los santos ángeles. Les aseguro que algunos de ustedes, que están aquí conmigo, no morirán hasta que vean el reino de Dios”.»


La saga "El segundo año de los relatos de amor que cambian vidas" contenido adicional de la novela Dana de los autores Dante, Fabricio y Diego Montoya


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