SIENTO UNA TRISTEZA DE MUERTE, OREN CONMIGO
RELATO DE DICIEMBRE 2025
LA SAGA DE LOS RELATOS DE AMOR QUE NOS CAMBIAN
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En el relato encontrarán que Jesús sintió todos los estados de ánimo como cualquier hombre.
El reino de los cielos está abierta a la humanidad por Él.
Dios nos creó con un propósito y su hijo único, Jesús, lo revela en los evangelios. Por Él y para Él ha sido creado todo.
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SIENTO UNA TRISTEZA DE MUERTE, OREN CONMIGO
"Dios te pido que fortalezcas cada uno de mis días porque mi corazón necesita de tu favor."
En la biblia percibimos que Jesús sintió todas las sensaciones como cualquier hombre en la tierra. Sensaciones que van desde lo enternecedor a lo colérico. También sintió una tristeza que lo embargaba en cuerpo y alma enteramente; pero también sintió el júbilo propio de lo que es ser feliz. Pudo alegrarse en una fiesta. Jesús hizo muchas obras, fue a muchos lugares de Judea e Israel. En su trayectoria encontró fe en los hombres más apartados a la religión de Israel.
Quiso recorrer los pueblos para que la buena noticia les alcance, se encontró con personas que le serían fiel luego de su muerte. Entre sus discípulos solo uno no le fue realmente fiel. A todos los demás el espíritu les fue dado; sintieron la misma necesidad que su maestro para ir con valentía a todo lugar con el objetivo claro, el mensaje de la salvación.
El mensaje de Jesús fue llevado a los lugares más recónditos de aquellos tiempos. Pronto el mensaje cruzó ríos y mares; cruzó los océanos. Hoy podemos decir que el mensaje está entre nosotros.
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«Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo:
—Siéntense aquí, mientras yo voy allí a orar.
Y se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse muy triste y angustiado. Les dijo:
—Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos conmigo.
En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y oró diciendo: "Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú". Luego volvió a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro:
—¿Ni siquiera una hora pudieron ustedes mantenerse despiertos conmigo?»
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Es el pasaje más triste en la historia de Jesús porque se encuentra a poco de morir. Había llegado el momento de entregar su vida por nosotros. Muchos consideran a Dios bueno, pero Jesús dada la vida en sacrificio debió cruzársele aquella tristeza inmisericorde en cuerpo y alma; se le nublaba el llamado que tenía. Dios no dejó de ser bueno incluso para Él en ningún instante. Hoy Jesús gobierna con autoridad los corazones de los hombres. En la actualidad sucede que muchos no pueden ver el amor de su sacrificio. El Padre es bueno porque Jesús reina y gobierna en los hombres que en Él creen.
El ciclo anual es continuo, el amor en la tierra he ser llevado con dolor y sufrimiento. No temas Dios está contigo y no te abandona.
Jesús estuvo a punto de rendirse, por eso se llevó a los tres discípulos más cercanos para que lo acompañen en oración. Un poco de oración de ellos pudo darle algo de aliento. Estamos claros que nuestra oración debe de cobrar vida. No tengamos dudas que acercarse a Dios así tiene un gran valor. Es lo que nos revitaliza en los momentos más sombríos.
Si te percataste, todos tenemos el llamado de Dios. Quizás pensemos que Jesús como hijo de Dios se sobrepuso y lo consiguió solo por ser el hijo de Dios. Pero tú tienes un llamado y no va a ser así de igual. Aunque sea lo más cercano al de Jesús; necesitas de la oración para conseguir superarlo. No hay hombre sin llamado y todos respondemos a éste en mayor o menor medida. La recompensa es la misma que recibió Jesús, ir a la casa del Padre donde hay un lugar para ti también.
Hermanos, no teman el llamado. No hay nada mejor que recibir la gracia de la salvación a través del servicio hacia nuestro prójimo. La plenitud ha sido revelada; es la virtud en nosotros mismos lo que nos conducirá.
Aquel paraíso del principio, tras la salida de Adán y su esposa, fue devuelta a nosotros por su hijo. Jesús indica que es el reino de los cielos y lo tenemos a Él por intercesor ante el Padre. Aquellos ángeles guardianes hoy se inclinan ante Jesús; ellos que custodian con espadas de fuego para no tomar del fruto del árbol de la vida.
Hay vida en Jesús y por Él fue dada la vida a nosotros, los hombres.
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«Pero yo, que soy tu Dios, borraré todos tus pecados y no me acordaré más de todas tus rebeldías».
«Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste».
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Verán que el fuego del espíritu es el que nos conduce por ese camino. El paraíso de antes es el reino de los cielos hoy. En pentecostés las lenguas como de fuego representan al espíritu que se posó encima de la cabeza de los discípulos. Son las espadas destellantes que la custodiaba en el libro del génesis. Ese fuego que custodia con destello es la fuerza dada por el espíritu ahora entregada a nosotros como discípulos. En aquella ocasión fue para salir del miedo y del encierro en que se hallaban; hoy debe cobrar significado en nosotros igualmente.
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«Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado. Después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida».
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Quería que recuperemos en camino que habíamos perdido por pecar; hoy el pecado ha perdido su poder en quienes en Él creen. Jesús se llevó nuestro pecado porque el mismo se hizo pecado. Tomó aquel trago amargo o aquella copa con todas las perversidades del hombre para que continuemos con el legado que siempre teníamos sin debilitarnos.
Aunque encubierto para los que se apartan. En los que creemos, aquel espíritu viene del Padre y el Hijo las lenguas de fuego se nos coloca para poder atravesar la entrada custodiada y tomar del fruto del árbol de la vida. Es para entrar en el reino de los cielos.
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«El reino de Dios no viene con señales visibles, ni dirán: “¡Miren, aquí está!” o: “¡Allí está!”. Porque, el reino de Dios está entre ustedes».
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El espíritu nos conducirá a dejar todo temor. El verdadero amor que es Jesús, deja de lado el temor. En el miedo del hombre actúa el diablo. Hoy el pecado pierde fuerza porque el espíritu lo remplaza por gracia y virtud. El miedo huye porque Jesús mismo echa fuera el temor.
Queremos más señal que eso; Jesús es la señal. Verán que Jonás salió del vientre de aquel pez; la otra señal es la sabiduría de Salomón. La sabiduría de Salomón hizo que la reina del Sur fuera a viajar desde muy lejos para verlo. Y Jesús dijo que en el día del juicio, la reina del sur se levantará para juzgar a esta generación. Jesús es más grande que Jonás y que Salomón.
Y si el pecado murió en Jesús al hacerse pecado y Él resucitó ya sin el; por qué tenemos miedo a la muerte. No hay más poder en la muerte tampoco en el pecado. No podemos dejar de pecar pero Jesús es quien nos lo perdona, no somos nosotros los discípulos o seguidores de Jesús. La religión ha sido desde antes de Jesús el impedimento para obtener la gracia. Como hombres hemos venido condenándonos entre nosotros.
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«Recorren tierra y mar para ganar un solo partidario, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes».
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«Pero yo, que soy tu Dios, borraré todos tus pecados y no me acordaré más de todas tus rebeldías».
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Pareciera que en el principio no estuvo Jesús, pero el hijo de Dios es la palabra encarnada y el Padre creador necesitó de las palabras para hacerlo todo en siete días. Todo fue hecho para Él y por Él. El Padre en su grandeza y majestad supo colocar a su propio hijo el clamor de los hombres. Por eso mismo, quiso que Adán creado a semejanza suya responda en la medida a su espíritu. Dios puso todo lo necesario para hacer frente a la tentación.
Tenemos total albedrío de nuestros actos. Dios no coacta ninguna de tus decisiones y posturas. Eres cimiente de Dios; Él sabe que no hay vida sin Él. Y si eres ateo, eres agnóstico, o de una denominación que lo niega y te aparta; solo lo eres porque Dios te sustenta pese a todo lo que hagas. Volverás irremediablemente porque Jesús, el hijo de Dios, pagó el precio con su vida. La vida está en ti siempre que Dios lo dispone así.
En el fondo tenemos la necesidad de Él y por Él somos dignos. Si reconocemos nuestras malas obras, acciones y decisiones; esto te llevará hacia Dios. Si lo niegas esto creará un cisma infranqueable entre tú y Él. Se crea un abismo donde habita el diablo. Ese abismo es infranqueable para los ángeles, profetas y santos y para todo ser, incluso para Dios porque está en ti el espíritu.
Está en ti mismo la potestad de elegir y de apartarte de la condena que tenemos en este mundo. Solo hay verdad en Dios y no hay ningún camino fuera de Él.
Jesús moriría sangrante en presencia de su pueblo; así como la serpiente fue levantada en el desierto; así el hijo de Dios crucificado se levantó para curarnos de la mordida de la serpiente antigua, el diablo.
Si ponemos nuestra confianza en Dios el precio de su sangre te cubre favoreciéndote. No temas porque aún si creyeres que lo tuyo fue de las peores cosas que sucedieron en todo el mundo. Y el hombre que hizo lo peor fue liberado de sus actos y pecados. No hay pecado y blasfemia que no sea perdonada y Dios condenará al diablo que peca contra el Espíritu Santo.
La plenitud de la luz te será entregada cada día; no habrán más astros y lumbreras en el cielo, estará Dios mismo brillando para los hombre.
Jesús se entristeció porque vino y no le creyeron. Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz para que no notemos sus malas obras. Siempre hay hombres que prefieren seguir con lo suyo porque no entienden que hay un propósito inmaterial más alto de lo que realizamos en este mundo.
Cuando el enemigo sea desatado de su prisión de mil años postrado en el abismo, los engañará para que sean condenados. No hay posibilidad de escapar de aquellos días finales sin Dios.
Liberado el dragón de su prisión de mil años, los hombres, no hallarán más las palabras de Jesús. Hoy puedes sostenerte por ti mismo; haz la voluntad del Señor. En aquellos otros días el enemigo te llevará donde no quieras ir, no podrás vestirte por ti mismo. Las palabras de los labios de Jesús no se oirán; entonces, se clamará para que la muerte aparte nuestro tormento pero no se conseguirá.
El creador, Dios Padre, coloca en cada cosa un propósito. En los 7 días de la creación cada cosa tuvo su misión; así, por su hijo y para su hijo viviendo entre nosotros nos la revela. Y si hizo al hombre al final; el hombre debía de comprender que es lo mejor ya que nada tiene mayor significado para el Hijo.
No es lo mismo el entendimiento del último para con el primero que del primero para con el último. Y nosotros creados al final comprendemos lo primero.
Verán Dios en mayor sabiduría puso el mejor vino el final. Todos colocan el mejor vino al comienzo para cuando los invitados estén mareados acepten el de menor valor. El Hijo de Dios hizo el milagro de convertir el agua en vino para entender que somos lo mejor en la creación. También dijo: "No hay mayor profeta que Juan el Bautista, pero en el reino de los cielos el más pequeño es mayor que él".
En cuanto a ti está en disponerte a Dios como lo mejor a todo lo creado. Vales el precio más alto de la creación, la sangre de su hijo único.
Por cumplir la voluntad del Padre, al hijo del hombre que murió por nosotros, le fue dado todo honor y toda gloria. María su madre lo supo, ella proclamó: desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones. Cuando lo dijo no existía ya las generaciones de Adán, Abel, Abraham, Jacob; pero ellos la llamarán dichosa como nosotros la llamamos ahora. Ella concluyó también: "No habrá hombre que proclame la grandeza del Señor porque de generación en generación se extiende su misericordia".
El reino de Dios es el gobierno de Jesús entre los hombres. Jesús estuvo y el reino de Dios estaba con el Padre y Él es uno con el Padre. El gobernador de Roma en Judea, Herodes, sabía del Rey que nacería para Israel pueblo de Dios. Cuando los magos de oriente vinieron para adorarlo por la estrella de su nacimiento, Herodes, supuso que podría quitárselo de en medio. Así, muerto el rey del pueblo Judío su linaje se perpetuaría en el poder; ya nadie le quitaría sus títulos, el palacio, sus posesiones y tampoco a sus hijos.
Entonces trató de engañarlos para que le indicaran donde podría encontrarlo. Verán que el diablo y sus demonios cree y saben de Dios porque había sido uno de los ángeles del cielo. Reconocen la voluntad del Padre pues las palabras de los labios de Dios son la vida. Sin ella hasta él moriría. El enemigo que miente, roba y mata necesita de sus palabras.
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«Y Jesús le increpó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de aquel hombre, y no le hizo daño alguno».
«Cuando el rey entró al salón para conocer a los invitados, vio a uno que no estaba bien vestido para la fiesta, y le dijo: “¡Oye, tú! ¿Cómo hiciste para entrar, si no estás vestido para la fiesta? Pero él no contestó nada. Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad; allí la gente llora y rechina de terror los dientes"».
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Hoy el diablo agoniza en la prisión de mil años; agoniza por las palabras de Jesucristo.
Y verán que Juan el profeta fue muerto por petición de Herodías, la mujer de Herodes Antipas. Herodes era un Judío que gobernaba por el poder de los romanos. De algún modo el gobierno de aquel entonces no guiaba al pueblo de Dios para aceptar al verdadero reino que vendría de Jesucristo.
Jesús hizo una vida sin pecado. Siendo hombre fue igual a nosotros, solo que no pecó. Esa naturaleza es su reino y está dada a los hombres, es el pan que nos hace no tener más hambre. Su cuerpo entero supone su reino; un reino sin quebrantar la voluntad del Padre y conforme a Él.
Todos pensamos que un reino debe de tener palacios, sirvientes, príncipes, un pueblo que lo aclama. Pero con Jesús no vemos algo así. Es porque su reino habita en una dimensión imperceptible. Pero está para que nosotros la obtengamos por su sacrificio.
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«Les aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
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Simón significa ser como una caña o un carrizo que es quebradizo. Así que al llamarlo Pedro, pasó de ser quebradizo a ser resistente. Así como Juan el bautista no significaba ser una caña que se mueve por el viento; Pedro tomó un lugar al morir el bautista.
El mundo de hoy que es en el que vivimos nosotros; que es al que fueron echados Adán y Eva está dado a las sensaciones. Un mundo dado a lo sensorial sin mayor convicción que solo es eso.
Si uno se siente bien adora, alaba y se magnifica; pero si uno se entristece, enferma o deprime; entonces insulta, aborrece y se apaga.
Si uno obtiene riqueza lo disfruta con sus cercanos, echa a quienes lo despreciaron; se ennoblece a quienes más poseen. Pero aquél si cae en pobreza maldice a Dios y a quienes ve cerca. Si uno trabaja y se esfuerza; logra posicionarse mejor que una multitud; no obstante, al obnubilarse tuerce sus pasos por tratar de perennizarlo. Si uno no trabaja y no se esfuerza; es colocado como inferior entre la multitud; por lo que, puede ser desechado, tachado y es alguien inferior a un hombre.
La bendición de Dios es similar. pero al no ser material deja de tener esas sensaciones y ese juzgamiento. Deja a Dios retirar de sí a sus enemigos porque reconoce la justicia que viene por Él. No está dado a condenar porque a quien condena se le echa en el infierno. Está llano a esforzarse, pero si no lo hace tiene fe que su estado es un estado temporal; lo imperecedero es el Dios del cielo que lo verá para no dejarlo postrado.
Nadie ve al Señor sin cumplir su misión en este mundo. Todos nuestros actos son hechos en tal sentido. Apartarse para no hacerlo es temporal y perecedero. Llegará el momento para cumplirlas y no se escapará porque escaparse conlleva a ser condenado. No hay nadie que escape a las sensaciones que gobierna al mundo; solo la iglesia compuesta por los fieles de Dios prevalecerán.
Este peso consigo se llevó Jesús en su muerte y el Padre lo liberó de la muerte y hoy vive Él y los que en Él creen. Aquel reino solo perceptible por el espíritu, es inmaterial. Su grandeza no puede se consigue por los sentidos y este mundo está dado a los sentidos. Si no quieres nada de Dios eres uno de este mundo. No lograrás elevar tus acciones más alto que al nivel de la tierra y volverás a la tierra pues del polvo fuiste hecho y al polvo volverás.
Por la grandeza del Señor y vivirás en lo alto y conforme a su voluntad para siempre.
Fija la vista en el Señor, no dejes de ver las maravillas que por su brazo hizo para ti, más que todo lo sensorial que se termina en este mundo. Muévete apartado de las sensaciones; no olvides el propósito real. El Señor guiará tus pasos y no temerás mal alguno.
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"Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos; podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán."
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Oremos: Dios y Padre celestial acógenos en tu presencia. Tenemos la dicha de ver cada acto de Jesús en favor nuestro. Sigue acompañándonos en nuestro paso por este mundo. Queremos hacer cada cosa conforme a tu voluntad; tu espíritu nos lo brinda. Lidera nuestro pueblo y aparta a aquellos que pueden echar abajo tu iglesia. Tenemos fe si no, no vendríamos en oración a ti. Cuida a nuestras familias y hermanos. Apártanos del mal hoy y siempre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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