ESTE RELATO ES PARTE DEL CONTENIDO ADICIONAL DE LA NOVELA DANA |
¿ES POSIBLE SALVARNOS TODOS?
Muchos se están preguntando, cómo es que se pueden salvar todos, también pareciera no tener sentido que vayan a salvarse quienes simplemente no quieren porque es contradictorio querer salvar a alguien en contra de su voluntad.
Sucede que quizás estemos viendo la realidad desde la perspectiva de los hombres y se nos imposibilita ver la salvación desde la perspectiva de Dios.
¿Cómo es que lo ve nuestro Padre y creador? y ¿Por qué es su voluntad que ninguno se pierda?
Dios Padre ve al hombre con toda la capacidad para redimirse, lo hizo a imagen y semejanza suya. Le otorgó lo que a nadie más en la creación dio; un espíritu similar al suyo, lo que le será suficiente para tener de guía hasta el final de sus días, y hasta el final de los tiempos.
El enemigo de Dios nota que aquel espíritu lo sostendrá es por eso que peca en contra del Espíritu Santo.
Es simple para Dios desechar al demonio, porque también es algo que hubo creado (no como tal, pero lo creó) y para Dios es posible hacerlo rápidamente; pero ¿Qué sucedería?
Se perderían algunos hombres, y Dios no quiere que ninguno se pierda. Esa es la verdadera voluntad de Dios, es el verdadero testimonio dado por Jesús a los hombres.
«Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?” Pero él dijo: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis el trigo junto con ella. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: “Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero”».
Y cuando vemos a un hombre negando todo esto, aquel no podrá salvarse o que merecimiento tiene él para salvarse. Acaso Dios podría llevarlo en contra de su voluntad.
Nadie merece salvarse, eso es claro, pero Dios mueve el espíritu de los hombres para lograr adquirir la salvación.
Si seguimos obstinadamente viendo nuestra voluntad humana por encima de la voluntad de Dios permaneceremos siempre ciegos, pero tranquilos todos permanecemos ciegos ciertamente para que el Santo Espíritu de Dios actúe y nos conduzca iluminando el camino.
Si vemos tal obstinación en un hombre; nosotros debemos dejar que Dios haga con él la manifestación que hizo en nosotros. Esa misma voluntad que lo movió a reconvenirnos a nosotros se manifestará en los hombres obstinados.
La gloria de Dios también se manifestará en aquel hombre que aún permanece distante.
«Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: —¡Apártate de mí, Satanás, ¡pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres».
Dejemos de ver bajo nuestra lógica humana; esta insignificante sabiduría es demasiado pequeña para notar la diestra de Dios moviéndose en favor de los hombres. Y si logramos ver a Dios aun en estas pequeñas personas pues he de percatarnos la manifestación de nuestra fe.
«Y decían: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Pero Jesús, mirándolos, les dijo: Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible».
El hombre sabe lo que es bueno, que no quepan dudas de esto. Nuestros razonamientos, ahora se ven movidos por la sabiduría que se nos reveló.
Jesús dijo todos sus pecados les serán perdonados, pero un solo pecado no se les perdonará pues el que peca contra el Espíritu Santo este no recibirá perdón. Y alguno dirá, ahora sí, solo se debe encontrar a aquel que peque contra el Espíritu Santo para echar abajo el razonamiento que se pretende dar aquí.
Aquel que peca contra el Espíritu Santo es el diablo.
«Ellos volvieron a vivir, y Dios les dio tronos para que gobernaran con el Mesías durante mil años. Ellos son los primeros que volverán a vivir; pues han recibido una gran bendición y forman parte del pueblo elegido de Dios. Nunca serán apartados de Dios, sino que serán sacerdotes de Dios y del Mesías, y reinarán con Él durante mil años. El resto de los muertos no volverá a vivir hasta que se cumplan los mil años».
En el final de los tiempos se habrá polarizado los extremos del bien y del mal; solo habrá malos y buenos, no habrá personas en el intermedio de estos dos extremos. Quienes reconozcan a Dios se salvarán pues la verdad se manifestará hasta en el último día, pero son los tiempos finales o los días de retribución y los que hicieron el mal también podrán ver la verdad, verán al demonio actuando en ellos. Y verán el engaño del que hubieron caído presos.
«Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí».
Los hombres reconocerán claramente su comportamiento, llegan a conocer la verdad que les llega allí en que se les está retribuyendo su conducta. Siempre estuvo la verdad con ellos pues reconocen a Abraham de quienes son descendientes y piden calmar su sufrimiento.
Para que ellos lleguen a conocer la verdad plena deberán reconocer al demonio.
«Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.»
Debemos entender que el forzarlos quiere decir mostrarles del engaño que han sido presa; es ver el engaño del demonio actuando en ellos.
«Cuando el rey entró para recibir a los invitados, notó que había un hombre que no estaba vestido apropiadamente para una boda».
Aquel invitado que no está vestido o revestido de la gracia, es el personaje que representa a todos los hombres presas del enemigo de Dios, el diablo. Cuando ha sido identificado y sin poder pronunciar palabra, será echado fuera. Pero los hombres que sienten que han sido presas de este engaño irán a recibir la parte de culpa que heredan del demonio.
Aquellos días serán días de retribución bajo el gobierno de hombres y en ausencia de Dios, será por un periodo corto de tiempo, en el que el dragón será desencadenado de su prisión en el abismo que había sido conminado.
Aquellos hombres finalmente comerán el fruto de la vida, pero no serán parte del gobierno de Jesús de los mil años. El enemigo saldrá a reunir los ejércitos para la batalla, pero vendrá el hijo del hombre con esplendor y gloria y con un aliento de su boca eliminará al demonio.
«¿Por qué no tuviste compasión de tu compañero, así como yo la tuve de ti? El rey se puso furioso, y ordenó que castigaran a ese empleado hasta que pagara todo lo que le debía. Jesús terminó diciendo: “Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de ustedes, si no perdonan sinceramente a su hermano”.»
Estamos llamados a entrar por el camino difícil o la puerta angosta, es a donde somos llamados, pero muchos se pierden y entrarán por el camino que conduce a la condenación.
«Dios los bendecirá a ustedes cuando, por causa mía, la gente los maltrate y diga mentiras contra ustedes. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! Porque van a recibir un gran premio en el cielo. Así maltrataron también a los profetas que vivieron antes que ustedes».
No todos entrarán en el reino de los cielos. No obstante, no quiere decir que algunos dejarán de comer el fruto de la vida cuando esta tierra y este cielo pasen.
Ver a Abraham, Isaac y Jacob y todos los profetas y los santos de Dios reinando con Jesús será lo que los reconducirá a aquellos herederos del mal.
Estando fuera o habiendo sido echados fuera, a aquellos les sobrevendrá la segunda muerte o la ausencia de Dios en el dominio de satanás o el dragón, de la bestia o anticristo y del falso profeta. Aquí se cumplirá con todas las calamidades al derramarse las siete copas de la ira de Dios. Se les despojará de la parte del enemigo actuando en ellos con tan imperioso castigo.
Es suficiente salvar el espíritu para que el cuerpo también se salve y su obra quede intacta. Jesús salvo su espíritu, inocente de todo castigo infligido pudo recuperar, en la resurrección, el cuerpo con que había perecido en la cruz quedando su testimonio de amor por nosotros hasta nuestros días y hasta el final de los tiempos.
En Él no se halló pecado; cumplió el propósito de su Padre; murió y fue enterrado en una sepultura con la piedra enorme que lo cubría; salió de allí caminando en cuerpo y en espíritu, la tumba y los poderes del infierno no pudieron mantenerlo allí.
«Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre».
«Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de Él, pues Dios puede verlo todo con claridad, y ante él seremos responsables de todo lo que hemos hecho».
«Yo los he cuidado como se cuida al mejor viñedo. Sus antepasados me obedecieron, pero ustedes son tan rebeldes, que son como un viñedo que sólo produce uvas podridas».
No todos los hombres serán dignos de estar delante de él, pero Dios se encargará de reconvenir el corazón de todo hombre a quienes les será suficiente estar delante de Él para doblar sus rodillas, caer al suelo para postrarse ante su señorío.
«Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano».
«Para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre».
Si oras por tu enemigo, aún más, si oras por tus perseguidores en la comunidad de la iglesia para tener fuerzas para continuar aún ellos impidiéndo alcanzar nuestro destino, los perdonamos, clamamos por su alma y por su salvación.
«De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos».
«Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?»
«”¡No me molestes! La puerta ya está cerrada con llave, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte los panes.” Si el otro siguiera insistiendo, de seguro el vecino le daría lo que necesitara, no tanto porque aquél fuera su amigo, sino para no ser avergonzado ante el pueblo. Por eso les digo esto: pidan a Dios y él les dará, hablen con Dios y encontrarán lo que buscan, llámenlo y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido».
De solo saber que se está delante y enfrente de Jesús caeremos de rodillas, nadie se mantiene en pie. Si bien vemos tanta maldad en la tierra Dios tiene el poder para llevar a cada hombre a estar de pie y enfrente.
«Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre».
Es común ver asesinatos, desastres, guerras, epidemias, masacres, atentados, aberraciones. Jesús sabía de los signos de los tiempos; no era ajeno de todo esto que vemos hoy porque en el tiempo que estaba Jesús la maldad abundaba igualmente.
Y, ¿aun así podrán desechar la corrección estos hombres?
«Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!».
«Ustedes no son sus propios dueños. Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios».
«Pues Dios los ha
rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y
ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas
corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,
que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha».
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